Paul, un joven drogadicto y sin objetivos en la vida, vive con Robert, el hijo de unos millonarios al que salvó en una reyerta y quien, desde entonces, lo mantiene y financia sus vicios. De vez en cuando aparece por casa Ann, tan adicta como ellos y a quien se tiran juntos cuando no tienen otra cosa que hacer. Paul entra y sale de casa sin rumbo ni horarios, entra y sale del bar de Sigfrido «el mugriento», donde se emborracha y se droga y donde vuelve a drogarse y a emborracharse cuando no está por ahí o quién sabe dónde olvidándose de quién es.
Este es el marco de inicio del soliloquio existencial que es Gestión del fracaso: una novela, un excelente ejercicio narrativo en el que se mezcla el realismo más despiadado con toques surrealistas y de ternura embadurnada de lodo.