Instrumentos de naufragio es sin duda alguna el más claro ejemplo de la potencia del narrador y ensayista mexicano Manuel R. Montes, que confirma una herencia insospechada, venida de Jesús Gardea y de António Lobo Antunes. Ejemplo de mi aseveración es Tadeo Mazur, protagonista de esta novela, quien nos muestra que la enfermedad es el motor más lúcido de la ficción. Mazur, trasunto de escritor e invidente, posee recuerdos que son espinas, y los usa para fabular desde la claridad hasta el desamparo y su paso por el mundo se torna convulso. La vida y la obra de Mazur yerguen el cuerpo de este libro en el que el lector encontrará la lucidez de quien entiende la literatura como un dispositivo para radiografiar a un hombre que recrea todo aquello que le incendia.
Federico Vite